Sintonía y resonancia mediante la escucha activa
La escucha activa o silencio atento es una modalidad esencial en momentos importantes de la vida para establecer sintonía y resonancia con otras personas. Nuestro cerebro está preparado para ello, pero es preciso desarrollarlo y practicarlo.
Cerebro social
El ser humano es un ser social por naturaleza. Nace y es cuidado y tutelado por sus padres durante un largo período de tiempo, comparado con el de otras especies. Su cerebro se desarrolla inicialmente a partir de las interacciones físicas y emocionales entre la madre y el hijo, y en las posteriores relaciones sociales. Nuestros cerebros son órganos creados mediante la socialización y preparados para ella, o sea, son órganos sociales. Tanto las neuronas como las personas necesitan estimulación mutua; de lo contrario terminan apagándose y desapareciendo.
La persona que no se desarrolla de forma adecuada mediante interacciones con sus padres y otras personas en su crecimiento puede llegar a tener una vida inadaptada. Los términos normal, adecuado y inadaptado son evidentemente relativos, pero hacen referencia al nivel de satisfacción de la vida de la persona y al del impacto de su vida en otras personas con las que se relaciona.
Escucha activa
Una de las claves para una interacción fructífera y positiva es la llamada escucha activa. Con este término se designa a un tipo de escucha en el que el receptor de la comunicación está atento a la persona que le envía el mensaje y a su contenido, y lo hace de forma incondicional y abierta, mostrando interés auténtico y actitud tolerante, comprensiva y acogedora. Con la escucha activa se establece una conexión empática.
Se trata de silencio atento, donde la parte más importante es la no verbal (postura, mímica, actitud, no asimetría entre el que escucha y el escuchado, apertura). Para ello es preciso delimitar espacios temporales de calidad, en los que no haya otras tareas entre manos y las distracciones sean mínimas. Es importante que el que es escuchado perciba la presencia de la atención, consideración positiva y comprensión empática por parte del que le escucha o atiende.
En momentos de calidad
Ese tipo de escucha siempre será eficaz en cualquier comunicación: en la pareja, con amigos, en el trabajo. Pero es en periodos y momentos clave cuando la escucha activa tiene que entrar en juego con toda nitidez.
Es fundamental en las relaciones de los padres con los hijos, estando en la base de una crianza sana, generadora de un apego seguro, frente a un crianza autoritaria o negligente. Caería dentro de lo que se llama “paternidad suficientemente buena”, donde al niño se le proporciona un “entorno de apoyo” y facilidades, tratándole con habilidades empáticas y con respeto a su autonomía (a este respecto son interesantes los conceptos de good enough parenting y holding environment de la obra de D. W. Winnicott).
Otro campo donde imprescindible la escucha activa es en las relaciones de una persona con su terapeuta, asistente social o persona de apoyo, pues hace que la persona se sienta validada como ser humano, comprendida, valorada y empoderada (con sensación de auto eficacia). Con ello se construye una base sólida para la relación terapéutica o de ayuda, con lo que la persona no ve la necesidad de emplear defensas, expresándose de forma abierta. En el caso de la psicoterapia, según resultados repetidos en investigaciones, es más importante la calidad de la relación entre el terapeuta y paciente para el éxito del tratamiento, que la técnica concreta utilizada.
La escucha activa no es ni mas ni menos que la escucha, ahora interna, que se utiliza en la meditación de atención plena (mindfulness, monitorización abierta, que se corresponde con la tradición vipassana). Los pensamientos y sensaciones son atendidos por el sujeto, por su yo agente o testigo, de manera incondicional a medida que surgen, sin entrar en juicios, ni “enganchándose” con ellos. Si surge la distracción, se vuelve hacia el flujo de sensaciones y pensamientos.
Otra situación donde la escucha activa es esencial es en el acompañamiento a personas en cuidados paliativos. Ahí es más importante el saber escuchar y el estar atento de forma incondicional y en silencio que cualquier idea que se quiera transmitir por oportuna que parezca. Es más escuchar con el corazón que con los oídos. Es conexión empática, no de pena. Es ponerse dentro de la otra persona; escuchando con compasión y absteniéndose de dar consejos o de contradecir.
Sintonía y resonancia
Con la escucha activa o el silencio atento se produce una sintonía o resonancia entre la persona que escucha y la escuchada en la que participa el cuerpo entero. Las sensaciones e impresiones se canalizan a través del tronco cerebral por los circuitos llamados “de resonancia” del cerebro, relacionadas con la atención y la interacción social, y que involucran las neuronas espejo, la ínsula y la corteza cingulada anterior, fundamentalmente en el hemisferio derecho del cerebro (más emocional y holístico).
La meditación de atención plena y de compasión entrenan estas partes del cerebro, con lo qué se desarrolla de forma permanente las conexiones cerebrales que dan la capacidad de escucha activa o silencio atento, para poder sintonizar y resonar de forma más eficaz con los demás. Las neuronas que se activan conjuntamente, se conectan conjuntamente.
Referencias
Cozolino Louis. The Neuroscience of Psychotherapy.
Epstein Mark. The Trauma of Everyday Life.
Holecek Andrew. Preparing to Die.
Siegel Daniel. Mindsight.
tusabimente.org
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