En el camino de Shambhala: discernimiento, calma y benevolencia
El hombre en su imaginación sueña a veces con lugares o escenarios perfectos. Algunos creen que la humanidad en su progreso puede llegar a ellos. Son las utopías. La u-topia es la negación de un lugar; es un lugar que no existe. En las distintas épocas aparecen alusiones a estos lugares: la Atlántida, la Ciudad del Sol, la Arcadia, un Mundo Feliz…
Shambhala es un lugar mítico de la cultura india y tibetana. El lugar exhibe una geografía en forma de flor de loto, rodeado de montañas, con palacios y vergeles, donde los árboles siempre tienen fruta. Los mejores gobernantes dirigen al pueblo y éste es feliz. Reina la virtud y el comportamiento ético y el mal no tiene cabida.
Según las textos míticos, los gobernantes bondadosos de Shambhala se enfrentaron con sus huestes a las fuerzas del mal en diferentes batallas, logrando el triunfo final. Pero después de años volvió otra vez la degeneración y tuvo que reanudarse la lucha para restablecer la prosperidad y la felicidad. Y así ocurrió una y otra vez a través de milenios. Similares luchas y tensiones cósmicas y apocalípticas, que muestran la capacidad de proyección de la mente humana, se pueden encontrar en diversas tradiciones, siendo la de Zoroastro una de las que ha dejado una estela más larga.
El camino de Shambhala, descrito en los textos como una lucha externa y en otros como un proceso esotérico, es en realidad una alegoría del cambio interior, del camino del hombre hacia su liberación del sufrimiento existencial, de la lucha entre la luz y la ignorancia. Representa el trabajo de alquimia interna, el yoga vital a llevar a cabo. La meta del camino no son riquezas, fama o estatus, que sin duda tienen también su lugar; sino una satisfacción profunda y continua, que ya se anticipa en el propio camino.

Shambhala. Nicholas Roerich
Recorrer el camino es superar la ignorancia con discernimiento o entendimiento de la verdadera realidad de las cosas (panna), ya apuntada por la relatividad y la física cuántica. No cabe duda que es necesario un trabajo de estudio, reflexión y meditación. Cuando se comprende la realidad profunda, se concluye que no existe la separación esencial entre las cosas, ni siquiera entre ellas y el sujeto observador, sino interdependencia y no dualidad radical.
Cuando se entiende esa realidad y el modo de funcionar de la mente humana, que distorsiona esa realidad, se alcanza el desapego de las cosas, las relaciones e incluso de las ideas. Desapego no significa desinterés o pasividad, sino independencia del resultado de lo que uno hace o experimenta. La vida se hace pro activa, pero serena, y se despierta la sensibilidad y el interés en el bien de los demás seres, sin distinción.
Pero no es posible el discernimiento si no podemos parar, calmarnos y aplacar la reactividad impulsiva de los sentidos (samadhi). Y mucho menos entender y vivir la interdependencia si uno se daña a sí mismo o a los otros seres, y no practica la benevolencia (sila).
La verdadera y continua felicidad está mas allá del dinero, relaciones, carreras… está en el camino de Shambhala.
Tusabiamente.org
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