“Sé el cambio que quieres ver en el mundo” (Gandhi)

El dinero trae felicidad solo si aporta vivencias o experiencias variadas y compartidas, pero no cosas

Por José Bermúdez Marcos - Psicólogo e Investigador

“En modo alguno puede ser ése el papel que las cosas representan en nuestra dicha. No como poseídas u obtenidas contribuyen a hacernos felices, sino como motivos de nuestra actividad, como materia sobre la cual ésta se dispare y de mera potencia pase a ejercicio.” José Ortega y Gasset. Ideas sobre Pío Baroja. El Espectador,  I

Está demostrado que a más dinero no se tiene más felicidad. Vale tanto a nivel de persona como a nivel de país. Por debajo de un cierto nivel económico, llamado red de seguridad, el dinero sí aporta felicidad, puesto que cubre necesidades básicas de vivienda, alimentación, etc.; pero, por encima de ese nivel de seguridad mínimo, más dinero no supone necesariamente más felicidad.

A partir de ese nivel mínimo intervienen otros factores como el optimismo, que es tener esperanza en un futuro mejor; la apertura a nuevas experiencias; la gratitud, que es reconocer y agradecer lo bueno que le sucede a uno; el compartir con otros; el tener un propósito vital; etc. A continuación explico los más relacionados con el dinero.

Según la llamada Teoría de Auto Determinación (Self Determination Theory, SDT)  la felicidad duradera se consigue cuando se encuentra sentido a la vida mediante la satisfacción de tres necesidades que tenemos los humanos: la de relación, que es sentirse conectado con otros; la de competencia, que es percibirse a sí mismo con capacidad de poseer habilidades y lograr metas; y la de autonomía, que es percibirse como capaz de valerse por sí mismo y de tener amplias posibilidades de elección y acción. El dinero es uno de los factores que hace posible la satisfacción de estas necesidades.

En un estudio clásico de Dunn y colaboradores (2011) en el que se recogieron diferentes investigaciones anteriores se encontró que los principios más importantes para que el dinero contribuyera  a la felicidad son:

  • Que con el dinero se compren experiencias, más que cosas o bienes materiales. Valoramos más una experiencia, una vivencia, como un viaje, una actividad artística, un paseo por el campo… , porque nutre los sentidos y la mente. En la vivencia podemos quedar inmersos (en el llamado “ estado de flujo”), algo que en sí es placentero. Además las experiencias se recuerdan mejor y se suelen considerar como únicas y por tanto más valiosas.
  • Que otros también se beneficien de ese dinero, como por ejemplo, compartiendo, donando, siendo generoso con los demás. Son numerosos los estudios en los que se demuestra, tanto con tests como con medida de la activación cerebral, que las personas que gastan más en actividades pro sociales son más felices, aunque a priori lo normal es pensar justamente lo contrario. Ver artículo “Por qué la mentalidad de dar, dāna (दान), es más beneficiosa que la de recibir”.
  • Que con pequeñas cantidades de dinero se consigan pequeños, diferentes y pasajeros placeres en el día a día; en lugar de gastar importantes sumas en grandes eventos singulares impactantes. Prestaremos más atención si en esos pequeños placeres se introduce sorpresa, novedad y variedad.

Ya para Aristóteles las competencias eran claves para la felicidad. Para él la felicidad era el fin último del hombre, y éste la logra haciendo bien lo que le es propio como ser humano, o sea, cultivando y ejerciendo las llamadas virtudes. Aristóteles concedía poca importancia a la riqueza, de la que decía que solo se necesitaba un mínimo y que nunca era un fin, sino un medio para otros fines.

Para los filósofos epicúreos y estoicos, maestros en el arte de vivir y cuyos principios se mantienen válidos hoy en día y se encuentran en la base de la psicología humanistica y positiva, la felicidad se lograba entre otras cosas disfrutando de los placeres, pequeños y sutiles; pero sin dejarse perturbar, ni arrastrar por las pasiones. Para ellos era cuestión de adoptar una filosofía de vida serena y ecuánime.

Pero para las experiencias, autonomía y desarrollo de competencias se necesita otro factor muy relacionado con el dinero, que es tiempo disponible para uno. Es el tiempo para uso discrecional y libre, bajo nuestro control. Se ha definido (Goodin, 2008) el tiempo discrecional como el tiempo que queda después del tiempo estrictamente necesario para tres actividades: trabajo remunerado, labores domésticas no remuneradas (incluido el cuidado de las personas dependientes y de los hijos) y cuidado personal. Además del aprovechamiento libre del tiempo discrecional, una persona puede decidir hacer más de lo necesario dentro de esas tres actividades, porque así lo desea y disfrutar con ello. E incluso también puede encontrar la manera de que la parte estrictamente necesaria de esas actividades le aporten felicidad.

Hay pensadores que proponen que se use el tiempo disponible como medida de la riqueza de la sociedad, en lugar del beneficio empresarial, como sucede con el capitalismo. Ver el artículo “Esta vida: fe secular y libertad espiritual”. Comentario de libro.

Hay muchos factores que determinan el tiempo disponible. Está demostrado que disponer de recursos, algo que en parte lo da el dinero, aporta tiempo discrecional. Además los recursos influyen en la salud y, como consecuencia, en la longevidad, con lo que aumentan el tiempo disponible a lo largo de la vida. También las personas con sus propias decisiones influyen en el mayor o menor tiempo disponible (como por ejemplo la decisión de tener hijos, el mantenerse sano,  etc.).

Así pues el dinero por sí no aporta felicidad, pero sí es un medio para lograrla, si se enfoca hacia la satisfacción de las necesidades de relacionarnos, de ser competentes y de gozar de autonomía para disfrutar de múltiples experiencias variadas a ser posible con otros.

 

Bibliografía


Aaker L.A. et al. (2011). If money does not make you happy, consider time. Journal of Consumer Psychology 21

Dunn, E. W., Gilbert, D. T., & Wilson, T. D. (2011). If money doesn’t make you happy, then you probably aren’t spending it right. Journal of Consumer Psychology

Goodin R. E. et al. (2008). Discretionary Time: A New Measure of Freedom. Cambridge, UK: Cambridge University Press, 2008

Ortega y Gasset, J. El Espectador I. Ideas sobre Pío Baraja

 

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