Conciencia de los límites, autenticidad y efectos positivos. Reflexiones sobre la humildad. Parte 2
La humildad considerada como sentimiento de inferioridad o de baja valoración, con la consiguiente sumisión o falta de ambición, no contribuye a la autorrealización de la persona. Según investigaciones, cuando la humildad se refiere a la conciencia de las propias limitaciones, a reconocerse humano, está asociada a la honestidad, es fortalecedora de las relaciones y en general positiva para la persona.
En la Parte 1 se ha descrito cómo la humildad es defendida por las corrientes de sabiduría y denostada por algunos pensadores de filosofía. Ahora expongo las diferentes dimensiones fructíferas de la humildad para el ser humano.
Un rasgo importante de la psicología positiva
En el campo de la Psicología con el surgimiento del movimiento de la Psicología Positiva, la humildad ha empezado a ser objeto de análisis en distintos estudios, donde se ha descrito como multifacética y asociada a un conjunto de características. Tangrey (2000) revisó las diferentes aspectos incluidos en la humildad según estudios anteriores:
a) valoración precisa de las habilidades y los logros propios, b) habilidad para conocer los errores, las imperfecciones, las lagunas en el conocimiento y las limitaciones de uno, c) apertura a nuevas ideas, a información contradictoria y a consejos, d) mantenimiento en perspectiva de las habilidades y los logros de uno, “el lugar de uno en el mundo”, e) relativamente baja focalización en sí, olvidándose de uno mismo, mientras que se reconoce que uno no es sino una parte de un universo más amplio, y f) apreciación del valor de todas las cosas, así como de las muchas y diferentes maneras en que las personas y las cosas pueden contribuir al mundo.
Humildad inseparable de honestidad y autenticidad
La Importancia de la humildad se muestra al constituir una nueva dimensión, junto con la honestidad, que se añade al modelo clásico de personalidad humana llamado de los Cinco Grandes Factores de Personalidad de Costa y McCrae. Así, en el nuevo modelo, que se llama HEXACO, se incluyen seis dimensiones o dominios diferentes en los que una persona puede ser ubicada mediante escalas de puntuación: honestidad-humildad (Honesty-Humility) H, emocionalidad (Emotionality) E, extraversión (eXtraversion) X, cordialidad o afabilidad (Agreableness) A, responsabilidad (Conscientiousness) C y apertura a la experiencia (Openness to experience) O. La humildad implica tanto la ausencia de cualidades negativas, como arrogancia o egoísmo, como la presencia de cualidades positivas, como ser modesto e intelectualmente abierto, e incluye ciertas tendencias comportamentales como ser sensato, admitiendo los límites, y no llamar la atención y preferir no destacar en grupos, así como evitar hacer autoevaluaciones infladas. Además, como se ve en este modelo, la humildad está estrechamente asociada a la honestidad y autenticidad. La persona que es humilde normalmente es además honesta.
Dentro de los límites propios que toda persona debería reconocer se incluyen no sólo las posibles carencias de capacidades o de conocimientos, sino también las llamadas sombras (terminología de Jung), que son aquellos aspectos de la personalidad de uno que no son asumidos por la parte consciente. También se incluyen los prejuicios y formas de ver el mundo resultante de la herencia cultural (es lo que se llama la humildad cultural, asociada a la habilidad de escuchar de forma abierta a otros diferentes). Un paso importante en el avance de la persona es conocer estas sombras psicológicas y prejuicios culturales, como primer paso para después irlos integrando en su yo consciente o superando, respectivamente.
Psicológicamente hablando, sabemos que para dar, primero hay que tener, tanto en aspectos espirituales como materiales. Se sabe que la carencia conduce al resentimiento y al papel de víctima. Una persona psicológicamente saludable es alguien con autoestima alta, con una positiva valoración de sí, y que además es asertiva, que defiende su terreno e impide ser dañada tanto a nivel físico como psicológico, y que tiene sana ambición para alcanzar aquello noble que puede conseguir. Tiene mentalidad positiva y de abundancia, y no una de escasez y suma cero. Todo ello es perfectamente compatible con la humildad.
Ni la arrogancia, ni los atajos ayudan
Es frecuente encontrarse personas arrogantes en la sociedad. También se da el caso en campos donde aparentemente el terreno no es propicio, como el de crecimiento personal, la espiritualidad y la religión. Uno puede implicarse en cursos de desarrollo personal y con el tiempo considerar que uno ha alcanzado gran logro e incluso creerse no solo asesor o coach, sino maestro o gurú, y además con atributos de juez. Se trata de engrandecimiento de ego y de narcisismo, que puede derivar en el extremo de la autoestima, que es la soberbia. Ésta produce ceguera e infravaloración de la realidad y da lugar a impactos no deseables en otras personas y en sí. Es el contradictorio orgullo espiritual, que puede llegar incluso a la trampa que Chögyam Trungpa (2002) llama materialismo espiritual o atajo espiritual, con el que se cree poseer alto logro espiritual frente a otras personas, ignorando las propias limitaciones y carencias. Aquí opera el ego, que es esa parte de nosotros que “envuelve” a nuestro auténtico yo y que funciona lastrado por el apego, aversión e ignorancia.
En el polo opuesto de los humildad y del lado de la arrogancia, de la soberbia, de la hibris, están las personalidades oscuras, donde se incluyen el narcisista y el maquiavélico, que se caracterizan por la falta de empatía. Ver mi artículo sobre estas personalidades. El narcisista muestra sentimientos de superioridad, fantasías de grandeza y búsqueda de admiración. El maquiavélico es una persona emocionalmente distante, pragmático en extremo, que considera que el fin justifica los medios, y que manipula y usa a otras personas para conseguir sus fines a toda costa.
Las investigaciones indican que la humildad tiene efectos positivos para la persona
En un estudio realizado por Peters, Rowat y Johnson (2011) se encontró que la humildad, auto reportada y reportada por otros, estaba positivamente relacionada con la calidad de las relaciones sociales (el grado en que uno está feliz y satisfecho con los compañeros de la relación social). En otro estudio, utilizando métodos longitudinales, Davis y colaboradores (2013) obtuvieron que el rasgo de humildad se asociaba con mayor aceptación y estatus dentro del grupo. Y en un tercer estudio se han encontrado que la falta de honestidad-humildad es el predictor más importante para el egoísmo, siendo este el rasgo de personalidad asociado con comportamientos centrados en uno mismo y con auto enriquecimiento, y por tanto contrarios a una relación ganar-ganar equilibrada (De Vries et al., 2009).
Como he dicho anteriormente, la humildad se da conjuntamente con la honestidad y autenticidad, y éstas son importantes para la prosperidad de una sociedad. Los países mas prósperos tiene índices altos de honestidad y bajos de corrupción. Los humanos en un entorno de honestidad, de confianza mutua, de reglas limpias, de reciprocidad, que es la moral natural del intercambio, prosperan. Pueden invertir talento y recursos para el futuro con confianza de retorno.
La humildad en éste sentido está incluido dentro de la virtud cardinal clásica de la sabiduría, porque el que es sabio es consciente de sus limitaciones, se conoce así mismo; y actúa con autenticidad y honestidad.
La postura de Nietzsche, que asociaba la moralidad del esclavo a la doctrina del cristianismo, parece más bien simplista y reduccionista, puesto que un cristiano poco sospechoso como Tomas de Aquino, por ejemplo, defendía la excelencia, la autosuperación, de la que decía que era una inclinación natural del hombre.
Tomas de Aquino comentaba que los que persiguen la excelencia son magnánimos, hombres que no se conforman con lo banal o mediocre, con cualquier cosa, sino que se guardan para lo más grande, que piensan que le es propio. Afirmaba que el hombre magnánimo es difícil de dañar, no se queja, porque su corazón está blindado al mal externo y es firme (Pieper, 1980).
Referencias
Davis, D.E., Worthington, E.L., Hook, J.N., Emmons, R.A., Hill, P.C., Bollinger, R.A. & Van Tongeren D.R. (2013) Humility and the Development and Repair of Social Bonds: Two Longitudinal Studies. Self and Identity, 12:1, 58-77, DOI: 10.1080/15298868.2011.636509
De Vries, A., De Hoogh, A., Feij, J. (2009). More than the Big Five: Egoism and the HEXACO model of personality. European Journal of Personality, 23, 635-654.
Peters, A.S., Rowat, W.C., Johnson, M.K. (2011). Associations between dispositional humility and social relationship quality. Psychology.
Pieper, J. (1980). The Four Cardinal Virtues: Prudence, Justice, Courage, Temperance. Nortre Dame: University of Notre Dame Press.
Tangney, J.P. (2000). Humility: theoretical perspectives, empirical findings and directions for future research. Journal of Social and Clinical Psychology, 19, 17-82
Trungpa, Ch. (2002). Más allá del Materialismo Espiritual.
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