De la individualidad “rígida” a la interdependencia “flexible”
Nos preguntamos a veces que puede ser más importante para el desarrollo de una persona, cultivar el individualismo y la autonomía, o bien el colectivismo y la socialización. Y ello parece lógico que también impactará a la sociedad de que somos parte.
Existen estereotipos asociados al clima, así creemos que en los lugares de climas más cálidos las personas pasan más tiempo en la calle y tienen más interacción social, mientras que en los más fríos las personas se cierran más en sí. También conocemos que la modernidad en Occidente, primero con la industrialización y después con el capitalismo y el liberalismo, ha llevado a perseguir la autonomía y el éxito del individuo basándose en la competencia, mientras que en otras sociedades de Oriente tradicionalmente se ha dado más importancia a la armonía social y al desempeño de un rol en la sociedad.
Individualismo frente a colectivismo
Este fenómeno fue analizado en un artículo clásico de Markus y Kitayama de 1991, donde argumentaron que las personas construyen su yo bien de forma independiente (individualismo) o interdependiente (colectivismo) según hayan crecido en la cultura occidental o en la oriental. Indicaron que ello tiene implicaciones importantes de cara a la actitud de las personas ante la vida en cuanto a motivaciones y comportamiento, por ejemplo, buscando en un caso autorrealización, distinción y objetivos individuales, y en el otro armonía social, encaje, y objetivos colectivos. Un ejemplo se da en el matrimonio, que puede ser algo voluntario y elegido, como en las sociedades modernas, o bien un deber y además arreglado por la familia, como todavía se hace en algunas zonas de la india. Estas diferencias no se dan solo entre Oriente y Occidente, sino dentro de una misma cultura.
Hay estudios posteriores, como el de Vignoles y colegas de 2016, donde se consideran otras dimensiones importantes que también se ponen en juego al analizar las bondades de la independencia frente a la independencia. Tales son la autoconfianza para realizar ciertas tareas, el sentirse único, el sentirse comprometido con los demás, el no dejarse afectar por la opinión de los otros, el actuar de forma directa sin tener en cuenta el mantener la armonía, etc. Estas dimensiones introducen matices en la dicotomía del artículo clásico.
Pensamiento analítico y relacional
Esta forma de ver el mundo y comportarse tiene implicaciones en la cognición. Así las personas occidentales pueden tener un pensamiento más analítico y las personas de Oriente pueden tener un pensamiento más holístico, más relacional (atención a contextos visuales, visión más dialéctica del cambio teniendo el cuenta las situaciones y el contexto,etc.). Cada uno de estos tipos de pensamiento tiene ventajas. En el libro “The Girl at the Baggage Claim”, su autora Gish Jen llama a los primeros los “yo rígidos” y a los segundos los “yo flexibles”, de modo que los primeros, a la hora de presenciar la escena de un león en una sabana, se fijan en el león, mientras que los segundos se fijan en la sabana y en su relación con el león. La autora se pregunta cómo estas dos maneras de percibir la realidad pueden influir en en el comportamiento social y en la estructura de la sociedad.
Hoy en día hay estudios que demuestran que apenas hay diferencia en la genética entre las diferentes razas. En este caso hay que buscar las causas en la cultura y la socialización de los individuos.
Uno de los pilares de la cultura occidental es la filosofía grecolatina, donde la influencia del pensamiento aristotélico es importante. Además las sociedades occidentales han tenido largos periodos de industrialización y democracia. En ese clima cultural se ha enfatizado la independencia y libertad. Pero en Oriente, en concreto en China, la forma de pensar y los valores han girado en torno al taoísmo, con su énfasis en el todo y la armonía, y el confusionismo con su enfásis en las relaciones (padre-hijo, marido-mujer, gobernante-gobernado, etc.), la benevolencia (ren), los rituales, la armonía social, etc. y en las llamadas emociones sociales.
En la India es conocida la importancia que se da a la familia a la hora de tomar decisiones y a la convivencia. Esto se puede ver en la importancia del rito, el sistema de castas, los roles asignados a los individuos, etc. El budismo representó una ruptura con el sistema de castas y dio importancia al individuo y a su liberación, pero siempre con un componente social importante que se muestra en la actitud de compasión. En el arte es más frecuente ver paisajes y figuras dentro de paisajes que en la tradición Occidental.
Hay diferentes hipótesis sobre los elementos que han contribuido al desarrollo de estas actitud y valores de interdependencia, una de las más importantes es la llamada hipótesis de la orientación social (Varnum et al., 2010): factores tales como el entorno físico y social, la historia de sedentarismo o migración, la agricultura intensiva en los campos de arroz (que requiere de cooperación), etc. serían la causa.
Con la globalización, los migraciones y la modernización se están reduciendo las diferencias entre Oriente y Occidente. Pero se pueden encontrar estos valores en diferentes regiones y también dentro de un colectivo, entre las inclinaciones de sus individuos.
Cada una de estas actitudes es beneficiosa y adaptativa según el contexto. Se ha demostrado que un alto nivel de individualismo en personas con puntuación alta en la escala moral, para la que los principios morales son principios universales, puede conllevar un comportamiento prosocial (Waterman, 1981), utilizando los famosos paradigmas de Milgram y del dilema del prisionero.
Independencia e interdependencia
En realidad en lugar de una dicotomía lo que hay son dos dimensiones, por lo que una persona puede tener un alto grado de independencia y a la vez un alto grado de interdependencia, y lo mismo en cuanto a cognición, puede puntuar alto en cognición analítica y en cognición holística. La respuesta a la pregunta que nos hacíamos al principio está en ser consciente de estas variables, desarrollar ambas capacidades y aplicarlas según las circunstancias.
Conviene mencionar aquí un libro clásico en relación con este tema es el de “Los siete hábitos de las personas altamente efectivas” de Stephen R. Covey: sé proactivo, realiza primero lo más importante, empieza con el fin en la mente, antes de hablar procura entender, piensa win win, establece sinergias y entrena tus habilidades. Los tres primeros principios desarrollan la independencia y autonomía, mientras que los tres siguientes desarrollan la interdependencia.
Puede verse esta concepción de combinar independencia e interdependencia en el campo político y ético, en el campo de los valores que deben servir de base a un Estado y la ley. Hay pensadores como Michael Sandel (Sandel, 2010) que critican la racionalidad fría de la ética utilitaria, defendida por Stuart Mill, basada en el cálculo de consecuencias, el carácter abstracto de la ética deontológica de Kant y de la teoría de la justicia inicial de John Rawls, basada en tomar decisiones con el velo de la ignorancia sobre uno para no beneficiarse. Frente al individualismo de base de estas teorías, Sandel defiende el llamado comunitarismo, donde el yo no es solo un ser puramente racional, sino que está “situado en el entramado social” y es la sociedad la que, a través del razonamiento moral colectivo la que tiene que llegar a la conclusión de qué constituye una buena vida y por tanto qué virtudes promover. Ver también el artículo Mente “Sabia”: La Cabeza Fría y el Corazón Caliente.
Referencias
Markus, H.R., Kitayama S. (1991). Culture and the self: Implications for cognition, emotion, and motivation. Psychological Review, Vol 98(2), 224-253.
Sandel, M. (2010). Justice: What’s the Right Thing to Do? New York: Farrar, Straus and Giroux
Stephen R. Covey. Los siete hábitos de la gente altamente efectiva.
Vignoles, V. L., Owe, E., Becker, M., Smith, P. B., Easterbrook, M. J., Brown, R., et al. (2016). Beyond the ‘east–west’ dichotomy: Global variation in cultural models of selfhood. Journal of Experimental Psychology: General, 145(8), 966-1000.
Waterman, A. S. (1981). Individualism and interdependence. American Psychologist, 36(7), 762-773.
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