La escalera que se apoyaba en la “pared equivocada”
Muchas veces se nos ha dicho por parte de nuestra familia o de la sociedad que trabajar duro es una fórmula segura para el éxito. Me gustaría precisar algo que por evidente nos suele pasar desapercibido, quizás por estar sumidos en la vorágine de la vida diaria y el bombardeo continuo de estímulos externos. Recuerdo que cuando trabajaba en una gran empresa de consultoría, uno de los directivos europeos siempre insistía: “do not work hard, work smart”, o sea, “no hay que trabajar duro, trabajad de forma inteligente, con sabiduría”.
Aquí hay que resaltar dos temas que nos ayudarán en el análisis: uno, la distinción entre eficiencia y eficacia y, dos, las tres grandes disposiciones o capacidades del ser humano. Acudiremos a la ayuda de la sabiduría perenne de la humanidad que nos encontramos en las distintas culturas.
Eficiencia y eficacia
Con respecto al primer punto, se dice que una persona trabaja con eficiencia cuando hace la tarea asignada de forma productiva y con calidad adecuada. Y se dice que una persona trabaja con eficacia cuando hace las tareas o los trabajos correctos, los que debe hacer, y no otros. Podemos ser muy eficientes, o sea, hacer muy bien … los trabajos equivocados, o como se suele decir, “subir una escalera de prisa, pero apoyada sobre pared errónea”. O lo que es peor, “estar toda la vida subiendo una escalera, para al final darse cuenta que era la equivocada”, como decía el escritor y místico Thomas Merton.
Es más adecuado trabajar con eficacia, es decir, realizar aquellos trabajos o tareas correctos para nosotros, que son los que están en línea con nuestras necesidades y aspiraciones, las cuales probablemente serán, en primer lugar, las básicas y de tipo económico y, en segundo lugar, las sociales y también las de dar sentido a la vida; todo ello conducente a nuestra felicidad. Hay que decir que esto no es un camino fácil, muchas veces habrá que, por ejemplo, plantearse el trabajo actual y tener la valentía de cambiar a otro distinto. Y no cabe duda de que, si además de eficaces, somos eficientes, pues enhorabuena, … es el campo de la excelencia, donde ahora la prudencia y la humildad deben ser buenas compañeras.
La tríada
Respecto al segundo punto, trabajar duro significa ejecutar los trabajos con energía y esfuerzo, empleando todo nuestro poder. Se sabe y se ha comprobado empíricamente que el poder no es suficiente. Por ejemplo, en estudios con animales gregarios, que viven en grupo como los chimpancés, tales como los realizados por el primatólogo y psicólogo Frans de Waals, se ha demostrado que el líder del grupo que además de fuerza tiene habilidades sociales dura más años al frente que el líder que solo emplea la fuerza. Y ¡qué decir de la sabiduría!. Dentro de nuestro sistema nervioso, creado a lo largo de millones de de evolución, tenemos el cableado para ello.
El poder debe ser complementado con amor y con sabiduría, o sea, realizar las tareas teniendo en cuenta las necesidades de las personas del entorno cercano, familiar, laboral o social, y además emplear el discernimiento o la eficacia antes explicada, saber hacer lo adecuado en cada momento. Es el equilibrio entre el poder, el amor y la sabiduría.
No basta con imitar a Hércules (poder). Los dioses nos serán más propicios si también imitamos a Afrodita (amor universal) y Atenea (sabiduría). Acuérdate: la tríada de Hércules, Afrodita y Atenea te hará salir victorioso.
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