“Ad Sidera” y los placeres de la vida
La felicidad se encuentra más en el acto de caminar hacia nobles ideales que en su consecución.
Levanta la cara a los astros
“Ad sidera tollere vultus” (levanta la cara a los astros) es una frase del poeta romano Ovidio (Metamorfosis I, 86), en la que expresa una de las característica diferenciales en la creación del hombre por los dioses: frente al resto de los seres que miran hacia abajo, solo el hombre eleva su cara a los astros. Está en la naturaleza del ser humano aspirar a las metas más nobles y no a lo que meramente le es dado. El prestigioso psicólogo humanista Carl Rogers afirmaba que la tendencia natural del hombre es a su actualización y progreso.
Lo normal y lo primero que se nos ocurre es pensar que lograremos la felicidad una vez que hayamos alcanzado esa meta que anhelamos, quizás terminar una carrera, alcanzar ese puesto añorado, retirarse después de una vida de intenso trabajo. La experiencia nos dice y los estudios demuestran que una vez alcanzado esa meta, después de unos meses, volvemos al mismo estado de felicidad que antes de conseguirlo. Lo mismo cabe decir si es una desgracia; nos afecta durante unos meses y después regresamos prácticamente al estado anterior.
Parece pues que la felicidad, si es que es duradera, debe encontrarse de otra manera. Una primera pista nos la dan la sabiduría clásica, en concreto Aristóteles cuando habla en la Ética Nicomáquea de eudaimonía, la que considera felicidad auténtica, a alcanzar mediante la virtud y la excelencia, frente a lo que se puede obtener de los placeres inmediatos.
Arquetipos del modo de vivir

Cesare Ripa, Alegoría de la felicidad (con cornucopia y caduceo), il. de Iconología, 1603
El psicólogo Tal Ben-Shahar en su libro “Happier: Learn the Secrets to Daily Joy and Lasting Fulfillment” (2007) presenta una interesante descripción de cuatro patrones de comportamiento o arquetipos humanos en relación con la felicidad: el corredor, el hedonista, el nihilista y el de la felicidad.
Una persona que sigue el arquetipo del corredor plantea toda la vida, o en general la mayor parte de sus ocupaciones, como una inversión con metas futuras que llevan asociadas los correspondientes retornos o recompensas, y no duda en poner todo el esfuerzo y sufrimiento necesario. Cuando alcanza una meta, se pone otra más ambiciosa. Es el mensaje que solemos recibir de nuestros padres y que nos enseñan en la escuela. Las personas con el tipo de personalidad llamado “responsable u organizado” («conscientiousness» en inglés) en su versión más extrema pueden desempeñar perfectamente este patrón.

El caduceo representa la sabiduría y virtud
La persona que sigue el arquetipo de hedonista no se hace grandes planteamientos y metas a largo plazo. Trata de hacer aquello que le da más placer en cada momento. Lleva una vida centrada en los placeres inmediatos, sin grandes pretensiones. El enfoque hedonista es el que estaría detrás de la manera de pensar de los filósofos de la ética utilitaria, como Jeremy Bentham y John Stewart Mill, para los cuales la felicidad, dicho de forma muy simple, es la suma de los placeres obtenidos, menos los dolores sufridos.
La persona que sigue el arquetipo de nihilista es la que en general ha tenido malas experiencias después de actuar según el patrón del corredor o de hedonista y ya nada le entusiasma. No encuentra sentido a la existencia. Es lo que el psicólogo Martin Seligman llama, en sus investigaciones y en su libro “Learned Optimism” (1998), indefensión aprendida; esto es, la persona aprende a sentirse indefensa como consecuencia de su frustración continua (ha aprendido que nada le saca de su situación precaria).
La experiencia de placer y significado en el caminar
Finalmente, el arquetipo de la felicidad sería una combinación del de corredor y el hedonista. Para Ben-Shahar “la felicidad no está en alcanzar la cima de la montaña, ni en vagar escalando por ella; la felicidad es la experiencia de estar escalando hacia la cima”. Es perseguir aquello que nos da sentido a la vida, por convicción personal profunda o fuerte interés, disfrutando por el camino.
Así su definición de felicidad es: “la experiencia global de placer y de significado”, o sea, disfrutar de emociones positivas y a la vez percibir la vida con propósito y sentido.
Ben Shahar destaca la importancia del entusiasmo y la valentía para poner en marcha cambios a nuestra vida. Dice: “no se trata de no tener miedo, sino de afrontar el miedo y seguir adelante de todos modos”.

La cornucopia representa la riqueza
En el mismo libro Ben-Shahar destaca la importancia de crear rituales o hábitos positivos en el camino en dirección de la cima. Estos hábitos nos hacen avanzar, liberando energía y tiempo para lo creativo y lo espontáneo.
Riqueza mínima básica necesaria
La filósofa Martha Nussbaum en su ensayo “Who is The Happy Warrior? Philosophy poses Questions To Psychology”, dentro del libro “Law and Happiness” (2010), editado por Eric A. Posner and Cass R. Sunstein, analiza los diferentes enfoques de la felicidad y defiende una postura similar a la de Ben Shahar, ilustrando su mensaje con el poema “Character of The Happy Warrior” de William Wordsworth. Pero incide en que es necesario un mínimo de felicidad hedonista, de placer, en el sentido de disponer de una riqueza mínima básica, que proporcione un suficiente número de alternativas para poder hacer elecciones de vida.
Lo que es cierto es que, aceptando esa riqueza mínima y los placeres de cada día, es importante encontrar y realizar aquellas actividades y trabajos que representan algo valioso para nuestro desarrollo y con una recompensa intrínseca, esto es, sin poner expectativas en la obtención de resultados tangibles al cabo del tiempo.
Sin expectativa de resultado y fluyendo
Si antes he recurrido a la sabiduría clásica occidental con Aristóteles, ahora procede hacerlo a la sabiduría oriental. Me refiero a la filosofía del karma yoga o yoga de la acción, expuesta en el gran libro del hinduismo Bhagavad Gita, o al concepto del “wei wu wei” del taoismo, que se puede traducir por “esfuerzo sin esfuerzo”, olvidarse de la consecución de los resultados felices, sino simplemente centrarse en hacer cosas de la mejor manera posible, dejarse fluir en la dirección de un noble ideal, sin preocupaciones, ni expectativas de alcanzar los frutos.
tusabiamente.org
23122