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Efectos de la meditación de Compasión para la persona y su entorno

Por José Bermúdez Marcos - Psicólogo e Investigador

La meditación de compasión tiene efectos demostrados sobre el afecto positivo, la capacidad de empatía y el comportamiento altruista y prosocial.

En este artículo se revisan los efectos de este tipo de meditación a través de estudios realizados en los últimos años. Ver artículo sobre Tipos de meditación y sobre Meditación de Compasión.

Nuevas terapias con práctica de compasión

Existen terapias y prácticas que incluyen la práctica de la compasión. Son las llamadas Compassion Based Interventions (CBI), como la Cognitive-Based Compassion Training  (CBCT) (Reddy et al., 2012) o la Compassion Focused Therapy (CFT) (Gilbert, 2010).

La compasión puede definirse como la emoción que uno experimenta cuando siente preocupación por el sufrimiento de otro y desea promover el bienestar de esa persona. Se compone, por un lado, de un elemento afectivo relativo a otras personas y, por otro, de un elemento de motivación para ayudarles (prosocial). En las terapias antes mencionadas y en el camino de auto realización se aplica la práctica de loving kindness o benevolencia (metta en pali). Esta práctica tiene como objetivo promover una actitud de positividad emocional, amabilidad y bondad hacia todas las personas independientemente del contexto y las preferencias, tal como naturalmente se tiene hacia personas próximas, como nuestra propia madre o nuestros hijos (Klimecki, Leiberg, Lamm y Singer, 2012).

La Meditación de Compasión (Lovingkindness/Metta) consiste en generar sentimientos de benevolencia hacia otros seres vivos, a la vez que se promueven comportamientos altruistas hacia ellos. Generalmente se empieza con sentimientos de amabilidad y amor hace uno mismo, y progresivamente se van extendiendo estos sentimientos a seres queridos, a personas conocidas, a personas desconocidas, a las que se consideran enemigas y finalmente a todos los seres.

Las investigaciones muestran claros beneficios para la persona y los que le rodean

Es de destacar el trabajo de Klimecki, Leiberg, Lamm y Singer (2012), que utilizaron fMRI y secuencias de vídeo con situaciones de la vida real donde aparecían personas en situación de sufrimiento. Los autores observaron que después del entrenamiento en meditación de compasión los sujetos incrementaron el afecto positivo, incluso en la situación de presenciar el sufrimiento de otros, y se activaron redes neuronales específicamente implicadas en las valoraciones positivas, el amor y la afiliación. Indicaron que los resultados estaban en línea con hallazgos anteriores sobre los efectos beneficiosos del entrenamiento en compasión para el fortalecimiento de los recursos personales, para la salud, así como para el comportamiento prosocial.

En un trabajo posterior, Klimecki, Leiberg, Ricard y Singer (2014) profundizaron en la investigación y concluyeron que el entrenamiento en compasión no solo aumentaba el afecto positivo, sino que disminuía el afecto negativo, con lo que puede contrarrestar situaciones de excesiva empatía. Se sabe que la empatía es esencial para las relaciones sociales, pero cuando se tiene en exceso, o sea, cuando se comparten las emociones negativas de los demás con alta intensidad, puede dar lugar a desgaste (burnout) y no ser adaptativa. Ante videos que mostraban sufrimiento humano, el grupo que fue entrenado en empatía y no en memorización  (grupo de control) presentó un incremento de afecto negativo y en los individuos que lo formaban se activaron en la fMRI regiones del cerebro –  ínsula anterior y corteza cingulada anterior – asociadas con empatía por el dolor. Ahora bien, el entrenamiento posterior en compasión aumentó el afecto positivo y revertió el incremento en afecto negativo que se había producido con el entrenamiento previo en empatía.

También se ha comprobado que el entrenamiento en meditación de compasión, en este caso utilizando CBCT, incrementa la precisión empática (la habilidad de identificar con exactitud y entender los estados mentales de otros personas son claves para la empatía y la compasión), según una investigación de Mascaro, Rilling, Tenzin Negi y Raison (2012). Un grupo de participantes sanos fueron sometidos a fMRI mientras completaban una tarea de precisión empática, el Reading the Mind in the Eyes Test (RMET), antes y después de recibir entrenamiento en meditación de compasión. Lo mismo se le aplicó al grupo de control, que recibió una formación en salud. En el grupo de participantes entrenados en meditación de compasión, además del aumento en precisión empática, se observó mayor activación en el giro frontal inferior y en la corteza prefrontal dorsolateral.

En un trabajo de Weng et al. (2013), se obtuvo que el entrenamiento en meditación de compasión incrementó el comportamiento altruista y, al aplicar fMRI antes y después del entrenamiento, se observaron respuestas neuronales que incluían mayor activación de regiones cerebrales implicadas en la regulación de la  cognición social y de las emociones, como la corteza parietal inferior y la corteza prefrontal dorsolateral, así como un incremento de la conectividad de éstas con el núcleo accumbens. Se comparó la respuestas de grupo que había sido entrenado en meditación de compasión con otro grupo que había sido entrenado en reinterpretación cognitiva.

En un meta-análisis, Shonin et al. (2015) encontraron que la meditación en compasión producía mejoras significativas en cinco dominios relacionados con psicopatologías: afecto positivo y negativo, malestar psicológico, pensamiento positivo, relaciones interpersonales y precisión empática.

La compasión, como hemos visto, está estrechamente ligada con la empatía y, por otro lado, las investigaciones muestran una fuerte relación entre ésta o la falta de ella (psicopatía) y la amígdala. Por ejemplo, Ortega-Escobar y Alcázar-Córcoles (2016) en un trabajo que recoge gran número de investigaciones anteriores indicaron que personas con lesión en la amígdala muestran dificultades en reconocer las señales faciales de malestar y en generar respuestas de miedo condicionadas, y algo similar ocurría en individuos con alta tendencia a la violencia y en los psicópatas. Éstos mostraban también un volumen de la amígdala  significativamente mayor que los controles.

Los resultados de estos estudios sugieren la aplicación de prácticas de meditación y en particular de la meditación de compasión como terapias, no solo para desarrollar la atención, cultivar la calma y favorecer la regulación emocional en trastornos del estado del ánimo, sino también para promover el comportamiento prosocial en los trastorno pertenecientes a la categoría de trastornos disruptivos, de control de impulsos y de conducta. Un reto importante es la aplicación de estos entrenamientos a personas con psicopatía y en general personalidades “oscuras”, por la actitud de no colaboración que presentan los sujetos.

 

Referencias

Gilbert P. (2010). Compassion Focused Therapy. Hove, UK: Routledge.

Klimecki, O.M., Leiberg, S., Lamm, C. y Singer, T. (2012). Functional Neural Plasticity and Associated Changes in Positive Affect After Compassion Training. Cerebral Cortex, 23, 1552–1561. doi: 10.1093/cercor/bhs142.

Klimecki, O.M., Leiberg, S., Ricard, M., Singer, T. (2014). Differential pattern of functional brain plasticity after compassion and empathy training. Social Cognitive and Affective Neuroscience, 9(6), 873-879. doi: 10.1093/scan/nst060.

Leiberg, S., Klimecki, O.M., Singer, T. (2011). Short-Term Compassion Training Increases Prosocial Behavior in a Newly Developed Prosocial Game. PLoS ONE, 6(3),  e17798. doi:10.1371/journal.pone.0017798

Lippelt, D.P., Hommel, B. y Colzato, L.S.(2014). Focused attention, open monitoring and loving kindness meditation: effects on attention, conflict monitoring, and creativity – A review. Frontiers in Psychology, 5, 1664-1078. doi: 10.3389/fpsyg.2014.01083.             

Mascaro, J.S., Rilling, J.K., Tenzin Negi, L., Raison, C.L.(2012). Compassion meditation enhances empathic accuracy and related neural activity. Social Cognitive and Affective Neuroscience, 8(1), 48-55. doi: 10.1093/scan/nss095.

Ortega-Escobar, J. y Alcázar-Córcoles, M.A. (2016). Neurobiología de la agresión y la violencia. Anuario de Psicología Jurídica, 26(1),60-69. doi: 10.1016/j.apj.2016.03.001.

Reddy, S. D., Negi, L. T., Dodson-Lavelle, B., Ozawa-de Silva, B., Pace, T. W. W., Cole, S. P., Raison, S. L. y Craighead, L. W. (2013). Cognitive-Based Compassion Training: a promising prevention strategy for at-risk adolescents. J. Child Family Studíes, 22(2), 219-230. doi: 10.1007/ s10826-012-9571-7.

Shonin, E., Van Gordon, W., Compare, Zangeneh, M. y Griffiths M.D. (2015).   Buddhist-Derived Loving-Kindness and Compassion Meditation for the Treatment of Psychopathology: a Systematic Review. Mindfulness, 6(5),1161-1180. doi: 10.1007/s1267.

Weng, H.I., Fox, A.S., Shackman A.J., Stodola, D.E., Caldwell, J.Z.K., Olson, M.C., Rogers, G.M. y Davidson, R.J. (2013). Compassion Training Alters Altruism and Neural Responses to Suffering. Psychological Science, 24 (7), 1171 – 1180. doi: 10.1177/0956797612469537.

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